Marisol Soengas: “No solo existe el melanoma asociado a la piel; hay otros en ojos, mucosas y zonas no expuestas al sol”

Madrid - 03/10/2016
Marisol Soengas: “No solo existe el melanoma asociado a la piel; hay otros en ojos, mucosas y zonas no expuestas al sol”

 

La AECC de Madrid financia el ambicioso proyecto multidisciplinar que lidera la bióloga gallega del CNIO con 1.200.000 euros hasta 2019, con el objeto de avanzar en el diagnóstico y tratamiento de este tipo de cáncer

“El pronóstico de un tumor depende de milímetros”. Con esta precisión, la investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) Marisol Soengas muestra la dificultad del proyecto que dirige actualmente sobre el melanoma y que ha sido financiado por la AECC de Madrid a cinco años: ‘Vías de diseminación metastásica en distintos subtipos del melanoma maligno: Nuevos biomarcadores tumorales y dianas terapéuticas’.

Por un proyecto de la AECC regresó a España en 2008, tras un largo período trabajando en los Estados Unidos; y por un proyecto de la AECC continúa aquí. “La AECC ha tenido mucho que ver en mi trayectoria profesional”, asegura.

 

Marisol Soengas nació en 1968 en Aldea del Monte, perteneciente a la parroquia de Ventosa y ésta al municipio pontevedrés de Agolada, en pleno corazón de Galicia. “No tuve antecedentes científicos en la familia”, de la que es la única universitaria, aunque una de sus sobrinas, que estudia químicas, ya le pide consejo y le ha visitado en el CNIO.

 "A mi madre, con solo 5 años, le dije que quería ser científico”

“A mi madre, con solo 5 años, le dije que quería ser científico”, recuerda. Esto puede ser, como ella relata, por los juguetes de química que le solían regalar y por su amor por el estudio y la lectura, además de haber tenido “mucha suerte” con sus profesores del colegio. “Hago lo que realmente me gusta, que no es otra cosa que investigar. Ser bióloga”, afirma la investigadora, que en tercer año de carrera universitaria en La Coruña tuvo la posibilidad de elegir marcharse a la vecina Santiago de Compostela, donde se fue la mayor parte de sus amigos, o a Madrid para estudiar cuarto y quinto cursos. Al final, optó por la capital de España gracias a su extraordinario expediente “porque me enteré de que había un buen centro de investigación y pregunté por él”. Era el dirigido por la investigadora asturiana Margarita Salas, pionera en España en estudios de biología molecular y microbiología y primera española en integrarse en la Academia de Ciencias de Estados Unidos.

Una vez admitida en el laboratorio madrileño tras una entrevista con su directora, Soengas conoció allí a otras investigadoras relevantes, como María Blasco o la exministra de Ciencia e Innovación del Gobierno de España de 2008 a 2011, Cristina Garmendia. “Era un grupo verdaderamente mixto”, recuerda. Además, la investigadora cuenta que “casi siempre he tenido profesores y jefas mujeres y nunca he estado en una situación de que no se me valorase”

El cariño y reconocimiento que evidencia Soengas por Margarita Salas se reforzó durante sus años de tesis doctoral que llevó con ella en la Universidad Autónoma de Madrid. Trataba de entender cómo se produce la replicación del ADN en un modelo de laboratorio. “Fue un poco distinta a las de los demás miembros del laboratorio, ya que esta tesis era muy biofísica”, apunta.

A partir de aquí, Marisol se trasladó a los Países Bajos, donde, a pesar del temor por su inglés, logró una beca de rotación. Aquí recuerda los consejos de su codirector de tesis, Crisanto Gutiérrez, que fomentó su independencia, recomendándola pensar por uno mismo. “Nos decía: propón experimentos”, algo que ella también intenta transmitir a sus alumnos.

“En los Estados Unidos vi a gente que hablaba mucho peor inglés, pero se hacía entender”.

De Europa viajó más tarde a los Estados Unidos, al Cold Spring Harbor Laboratory, en el estado de Nueva York, para trabajar con mamíferos, centrarse en el melanoma y donde perdió definitivamente el miedo al idioma en el primer seminario al que asistió “vi a gente que hablaba mucho peor inglés, pero se hacía entender”. Además, tuvo la ocasión de trabajar en “procesos difíciles” de cáncer, de muerte celular. “Los tumores se caracterizan porque se dividen mucho y los agresivos no responden a terapia”, relata.

“En la presentación de los proyectos los americanos son muy buenos”, destaca Soengas de su paso por tierras norteamericanas. “Sus trabajos los venden muy bien, tanto a las agencias como al público y en público”, reconoce la investigadora, que se centró decididamente en el melanoma al terminar el postdoctoral y decidió trabajar en un ambiente clínico y en contacto con los pacientes en la Universidad de Míchigan.

“Lo que tenía en América en aquel momento, además de apetecerme, fue conocer otro sistema y otro modo de trabajar, sobre todo su infraestructura y el concepto de trabajo ambicioso, el concepto de ir más allá”, por ese motivo se trasladó a EE.UU., a una clínica más estructurada.

Años más tarde, en 2008, volvió a España porque “aunque allí conseguía muestras de pacientes”, pensó que no era suficiente, necesitaba modelos experimentales para probar hipótesis y fármacos”, considerando al CNIO como uno de los mejores centros de investigación en modelos animales. La bióloga destaca el buen ambiente del sistema del CNIO donde no hay funcionarios, ya que se somete a evaluaciones cada cinco años, “por lo que lo considero más competitivo”, cuenta. Soengas posee un contrato indefinido con el CNIO, pero los investigadores ‘juniors’ son contratados 5 ó 7 años renovables en función de su trabajo y sus evaluaciones.

Marisol Soengas es la jefa del grupo de Melanoma, que cuenta con 14 miembros. “Puedo incorporar a personas, ya que los estudiantes van y vienen”. Éstos son especialistas en biología, farmacia, química y colaboradores de dermatología, patología y oncología de distintos hospitales, como los madrileños 12 de Octubre y Gregorio Marañón.

 “Estamos agradecidísimos en mayúsculas con la financiación aportada a nuestro proyecto por la AECC de Madrid”

En 2009, la prestigiosa revista estadounidense ‘Cancer Cell´ concedió una de sus portadas al trabajo de la investigadora gallega cuando ya se encontraba en España. “Descubrimos una nueva forma de atacar las células tumorales. No solo que se maten sino que se autodigieran”. En ese trabajo se identificó un compuesto, “reflejo de una clara actividad traslacional”. Éste fue el primer trabajo llevado a cabo de la mano de la AECC, financiado con unos 200.000 euros, por el que “queríamos diferenciar los lunares de los melanomas”, surgiendo un compuesto que fue objeto de una patente que nos posibilitó montar una compañía, y que ha conseguido este año un ensayo clínico fase 1, lo que siguiendo su curso podrá llegar a probarse en pacientes.

Ocho años más tarde de su llegada a España, su grupo y ella se muestran “agradecidísimos en mayúsculas con la financiación aportada a nuestro proyecto por la AECC de Madrid”, porque ha apostado decididamente por el proyecto presentado, “el más ambicioso” en el que se ha embarcado, financiándolo a 5 años con 1.200.000 euros. “Lo agradecemos muchísimo porque somos conscientes de lo que cuesta reunir el presupuesto euro a euro”, ya que además de apuntarse como voluntaria de la AECC, aunque le gustaría tener más tiempo para acudir a ejercer su voluntariado en hospitales, participa “orgullosa” en jornadas de divulgación de la Asociación y, cuando le es posible, en la Cuestación.

“Siempre hablamos de melanoma asociado a la piel; pero hay melanomas que aparecen en otras zonas no expuestas al sol”

“Siempre hablamos de melanoma asociado a la piel; pero hay melanomas que aparecen en ojos, mucosas y en otras zonas no expuestas al sol”, señala, como explicando la base de su trabajo, que le gusta porque “estudiamos en qué se parecen y distinguen estos melanomas en distintas partes del cuerpo”.

Al grupo que dirige le preocupa mucho que los melanomas en la piel se diseminen por todo el organismo, y los que aparecen en los ojos, por ejemplo, afecten a órganos como el hígado. Habla de que el proyecto posee cuatro grandes objetivos: la identificación de los melanomas y los principales factores de riesgo; el conocimiento de los genes implicados en una metástasis temprana; la validación de nuevas opciones terapéuticas y la formalización de un programa de formación de los investigadores para avanzar en el tratamiento este tipo de cáncer.

Además del grupo del CNIO, compuesto por jóvenes investigadores de diferentes partes del mundo y los doctores Héctor Peinado y David Pisano, el proyecto financiado por la AECC de Madrid, que posee un total de once grupos estables de investigación, se encuentra apoyado por las colaboraciones de otros especialistas como Juan Recio, del Instituto de Investigación Vall d´Hebrón; Ángels Fabra y José María Piulats, ambos del Instituto de Bellvitge; y Susana Puig, del Clínic, todos ellos desde Barcelona.

La financiación aportada “nos ayuda a embarcarnos en proyectos colaborativos”, reconoce la científica del melanoma, que posee varias vías de financiación, públicas y privadas, en proyectos a gran escala. “Lo bueno de este proyecto de la AECC es que nos deja libertad. El presupuesto lo decidimos nosotros, dividido en personal y en material fungible, ajustado a los objetivos científicos y con libertad en lo que se quiere gastar para justificarlo después”, señala.

“En la actualidad no contamos con biomarcadores moleculares que nos permitan predecir las metástasis

Para el gran público, la doctora Soengas adjetiva los melanomas como los tumores con el mayor número de mutaciones descritas hasta la actualidad, “no tenemos biomarcadores moleculares que permitan predecir las metástasis. En eso estamos trabajando”. Sin embargo, cree que va a ser posible dicha predicción “porque tenemos ya proteínas que hemos identificado que sí que nos diferencian los melanomas mestastásicos de los no metastásicos”.

Trabajamos con componentes ambientales y genéticos. Los estudios se dirigen a grades análisis de secuenciación. “Estamos viendo ADN de cientos de pacientes y estudios a gran escala, antes y después de proceso farmacológico”. Soengas cuenta que necesitan clasificar lunares en benignos o no, marcadores de diagnóstico y metástasis, y se necesita todavía nuevas dianas terapéuticas, proteínas o procesos que se pueden utilizar para desarrollar fármacos más dirigidos.

Este trabajo intenta poner luz a los cerca de 7.000 nuevos casos de cáncer de piel que aparecen anualmente en España. El melanoma es el porcentaje de cáncer de piel menos frecuente per el más letal, alrededor del 4%; mientras el 80% de las muertes por cáncer de piel son debidas al melanoma.

La doctora Soengas pone el acento no solo en la investigación, sino también en la prevención. “Nos acordamos del cáncer de piel solo en verano y en la playa”, se lamenta, “pero también hay que protegerse de los rayos del sol en la montaña, por la altitud, y debemos protegernos durante todo el año”, enfatizando en los niños y bebés, “porque aquí comienza lo que llamamos memoria de la piel”.

 ‘A través de dos tratamientos se está consiguiendo mejorar la respuesta de los pacientes y controlar la mortalidad”

“Lo que no podemos sujetar es la incidencia en melanoma, que lleva en aumento décadas; lo que sí se puede ahora, a través de tratamientos de terapia genética dirigida y la inmunoterapia, es mejorar la respuesta de los pacientes y controlar la mortalidad”, manifiesta la especialista.

La cronificación de este tipo de cáncer es uno de los objetivos que se presentan en estos estudios, junto al “ideal” de la curación. La agresividad de estos tumores hace “poco probable que sea una curación indefinida, pero sí puede mejorar la vida media de los pacientes”, sostiene la investigadora que también lidera varios consorcios del melanoma en todo el mundo: Grupo Melanoma del CNIO, Universidad Edimburgo, en el Reino Unido, y los tres estadounidenses, Universidad de Pensilvania, Instituto Wistar de Filadelfia y el Monte Sinaí, de Nueva York. Todos ellos bajo la ‘Alianza por la investigación del melanoma”, siendo uno de sus financiadores la firma cosmética L´Oreal, de París, dentro del concepto ‘Mujeres en ciencia’.

Finalmente, no todo es silencioso trabajo y resultados que se hacen esperar a medio o largo plazo. También llegan los reconocimientos, que es como poner el foco en el protagonista, el investigador. Marisol Soengas recuerda con cariño uno de los premios obtenidos en su productiva carrera en el laboratorio. Nada más regresar a España se le hizo entrega en Galicia del Premio ‘Josefa Wonenburger’, que recuerda a una matemática e investigadora gallega, pionera en estudios científicos, fallecida en 2014, y que llegó a conocer. Ese testigo lo siguen transmitiendo de mano en mano en el tiempo un buen número de investigadores españoles, como es el caso de Marisol Soengas.

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