La Cena benéfica de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Fuenlabrada fue este año la cena de la despedida. Casi sin desearlo, la presidenta durante los últimos 24 años de la Asociación, Paloma Pérez Montero, se convirtió en protagonista, ya que en su mensaje de apertura dejó caer, de manera oficial, que dejaba la presidencia de la entidad, ante la sorpresa de gran parte de los comensales, más de trescientos, que acudieron a la cita anual, que cumplió el 30 de noviembre su vigésimo segunda edición.

“La cena es un clásico. No tenemos que estar llamando a la gente. Es el comienzo de las Navidades en Fuenlabrada”, manifestaba la presidenta, que no quiso ahondar más en su marcha. En la presentación, además de agradecer la asistencia al público y su aportación a los colaboradores, destacó los 24 años de “buena relación” con el Ayuntamiento y con todos sus alcaldes. Prueba de ello, fue la presencia del actual máximo edil, Francisco Javier Ayala, por primera vez como alcalde electo, que estuvo acompañado por las concejalas de Gobierno Mónica Sebastián y Raquel Carvajal; además de por otros ediles de los distintos grupos políticos de la oposición; el diputado en la Asamblea de Madrid Ignacio Arias; el vicario y párroco de la Iglesia de San Esteban y de otras caras conocidas de la sociedad fuenlabreña.

En el turno de palabra, la presidenta de la AECC, además de anunciar su despedida, quiso acordarse también de una de las pioneras de la Asociación en Fuenlabrada en los años 60, su tía Lázara Montero, fallecida el pasado mes de mayo a la edad de 96 años. Por su parte, el alcalde se dirigió a los presentes alabando la gestión y el trabajo de la presidenta durante todos estos años dedicados a los enfermos de cáncer y a sus familias. Fueron dos alocuciones con una gran carga emocional.

Junto a la cena, los invitados, que recibieron a su llegada obsequios de las firmas Jabones Pardo, Gestoría Gómez Ocaña y Farmacia Paloma Hernández, disfrutaron de un sorteo benéfico con más de dos centenares de regalos donados para la ocasión, desde jamones a noches de hotel, pasando por distintos electrodomésticos, camisetas deportivas y todo tipo de lotes, agrupados por colores; para acabar con música y baile hasta bien entrada la última noche de noviembre, en el restaurante Capilla Real.