El trabajo social ayuda al paciente oncológico a gestionar las bajas, discapacidades y su reinserción laboral

Madrid - 15/10/2025

“Lo que vamos a hablar a lo largo de esta pequeña intervención es un poco, a lo mejor, algo complicado, duro…”, adelantaba Raquel Aperador, coordinadora de Trabajo Social de la Asociación Española Contra el Cáncer en Madrid, en la apertura de la sesión vespertina de la III Jornada de la Unidad Integral Oncológica (UIO), celebrada el martes 14 de octubre en el Hospital Universitario La Paz de Madrid.

Aperador contextualizó la parte humana y no tan visible y dio importancia especial al impacto social cuando aparece la enfermedad del cáncer. “Tenemos muy identificado que cuando hay un diagnóstico oncológico hay un impacto emocional, hay un impacto físico por el tratamiento, pero hay un impacto social también en ese proceso”, apuntó.

Con la noticia de la enfermedad aparece una parte emocional que va a generar una serie de consecuencias sociales tanto en el paciente como en la familia. En el paciente “va a haber un aislamiento, una alteración de la vida laboral, de cambio físico e incluso relacionales con los amigos y familiares” y en la familia, “una adaptación de roles. Tengo que organizarme para ver quién recoge los niños porque ahora ya no puedo…” En esos momentos aparece la figura del profesional de trabajo social.

En ese impacto social y en esos beneficios que puedan gestionarse, “casi siempre nos tienen identificados con recursos, con burocracia, de traductores, de papeleo, que no hay quien entienda”, señala Aperador, que también identificó las herramientas para poder ayudar en esos momentos.

Es importante conocer en qué momento se puede tramitar el recurso, personalizando la intervención y sin olvidar el núcleo familiar

Aunque en muchas ocasiones se busca solo el recurso, es importante conocer en qué momento se puede tramitar, personalizando la intervención. El proceso no es igual para todos, cada uno parte de una base, con unas herramientas y parte con una red, sin olvidar del núcleo familiar.

El trabajador social teje redes entre mundos muy diferentes que van desde el mundo médico al laboral, pasando por el psicológico y otras especialidades. En este último caso aparece el aspecto psicosocial. “Es fundamental dar una atención integral al paciente que es lo que necesita”.

El cáncer supone un impacto económico donde aumentan los gastos y en muchas ocasiones bajan los ingresos. Hay bajas y hay cambios en el empleo, apareciendo la pregunta de quién va a pagar dichas bajas o incidencias en el empleo, momento en el que aparecen los términos de discapacidad o incapacidad.

Aunque el inicio de un tratamiento oncológico no implica que se tenga que dejar de trabajar, hay que ver cuáles van a ser los efectos secundarios y si van a ser compatibles o no con la vida cotidiana o con la función laboral.

La incapacidad es la baja médica de toda la vida, aunque en el proceso oncológico la enfermedad se trate como común, por lo que los plazos y todos los trámites van a estar en consonancia con este tipo de dolencia.

“Normalmente no solemos tener bajas de larga duración, suelen ser bajas puntuales, aunque el proceso oncológico lleva un periodo muy largo, y empiezan a salir conceptos que no están en nuestro día a día”, recuerda la ponente.

La incapacidad va a decir si se puede o no desarrollar un trabajo. “La discapacidad no valora la posibilidad de trabajar. A lo mejor me dice si tengo que adaptar el puesto, si necesito algo en concreto. Pero no, digamos que no quita esa capacidad laboral”. Por el contrario, la incapacidad laboral o baja médica es una prestación económica que cubre la falta de ingresos por la imposibilidad de trabajar temporalmente, debido a la enfermedad común o profesional.

Aperador recordó que la baja puede prolongarse hasta un año, siendo el médico de atención primaria el que va renovándola o no, mientras el oncólogo va haciendo seguimiento. Cuando el primer proceso lo para el médico de atención primaria, el caso pasa directamente a la Seguridad Social. En el caso oncológico el proceso se alarga con prórrogas de recalificación. Aperador, además de enumerar numerosa casuística, explicó las consecuencias del paso de incapacidad temporal a permanente, incluso sobre la absoluta; del paso de depender de la Comunidad de Madrid al Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) dependiente del Ministerio de Trabajo y Economía Social, y cómo y quién paga a fin de mes al trabajador afectado, además de subrayar el papel que posee la empresa en todo el proceso.

El trabajador social es mediador entre las partes médica, laboral, económica, familiar y el paciente.

La coordinadora de Trabajo Social recomendó presentar toda la documentación cuando la Administración que corresponda en cada caso llame al trabajador, ya que “ha podido pasar un año, y en un año fue pasar con muchísimas cosas”, y porque en algunas ocasiones no se cruzan datos.

Por su parte, la discapacidad “ayuda en el caso de negociar con la empresa una adaptación de puesto de trabajo o en la búsqueda del empleo”. El certificado de discapacidad va a ofrecer una puerta abierta para acceder a determinado tipo de trabajo.

Es importante entender que, en el ámbito social, terminar el tratamiento no implica que ya no haya nada más. “Me tengo que adaptar a esa nueva situación. Nuevos retos laborales, incertidumbre, hay muchas dudas sobre la capacidad de poder retomar mis responsabilidades laborales y hacerlas como las hacía antes”, señala Aperador, sobre el regreso a la actividad con ciertas limitaciones tras la enfermedad, o incluso se busca una adaptación del puesto de trabajo. “Hay que reinventarse”.

En definitiva, el trabajador social es mediador entre las partes médica, laboral, económica, familiar y el paciente. “Los familiares son un pilar importante en todo el proceso y que nunca hay que olvidar, porque para nosotros es fundamental, al final el familiar es un punto de apoyo imprescindible y que también sufre con todo el proceso”.

 

 

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