A Ana, Eva y Adolfo les une su enorme generosidad y ganas de aportar su granito de arena a través de la Asociación Contra el Cáncer en Álava. Forman parte del grupo de 200 voluntarias y voluntarios de la entidad y, aunque su trayectoria vital es bien diferente, coinciden en que “es mucho más lo que nos aporta y lo que aprendemos que lo que nosotros podamos dar”.

Ana tiene 48 años. Nacida en Barcelona, vino a la capital alavesa cuando era todavía una niña de 3 años. Esta ingeniera industrial de organización se encontró de un día para otro con una noticia que nunca le hubiera gustado recibir, su hija de 5 meses tenía cáncer. “Fue terrible. La incertidumbre de la enfermedad y el no saber qué va a pasar es una sensación que conozco. Es como una caída libre y no sabes si el paracaídas se va a abrir o no”, explica. Tras un duro tratamiento e intervención, la niña comenzó a hacer una vida normal. Esta sensibilidad hacia la enfermedad, unida a una inquietud contraída en el seno de su familia hacia los cuidados, le hizo contactar con la Asociación Contra el Cáncer en Álava. Enseguida encontró su hueco como voluntaria de hospital y acompañamiento de pacientes a domicilio. De entonces aquí ya han pasado 3 años y reconoce que es mucho lo que le aporta. “He aprendido a no mirarme al ombligo, a tener perspectiva de los problemas y a compartir", subraya.

En su opinión, realizar voluntariado conlleva una responsabilidad y un compromiso, algo que tiene que tener en cuenta la persona que desee dedicar su tiempo a una causa como esta. Y resume su forma de ver la vida con la frase del Papa Francisco, “el mayor poder es el servicio humilde”.

Adolfo, de 53 años, operario de fábrica de Vitoria, reconoce que le marcó mucho el cáncer que  padeció su padre y, tras fallecer este, decidió hacerse voluntario de la Asociación hace 4 años.. Él dedicada su tiempo a acompañar en las Rutas Saludables. Además, colabora en las diversas campañas de sensibilización y prevención que se realizan. 

Disfrutar las rutas

Con lo que más disfruta es con las rutas. “Te hace sentir que puedes echar un cable. Cada vez que termino la ruta es como si me hubieran dado una lección de vida”. Las relaciones que se crean son muy especiales. “Igual no ves a una persona en un tiempo, luego vuelve y la alegría es enorme cuando te cuenta que le ha dicho el médico que va bien. No hay mayor satisfacción”, asegura.

Las rutas, que se comparten con la población en general, se realizan por el Anillo Verde, unos días por Salburua, otros por Zabalgana, por Armentia… “Es una gozada poder compartir con ellos paseando por la naturaleza. Es como si fueras con amigos, no siempre se habla de la enfermedad, hablamos de cualquier tema y se genera muy buen ambiente”.  

Eva   tiene   29   años y,  al  igual que Adolfo vivió el cáncer en su propia familia, en su caso, en su madre. Cuando falleció, acudió a la asociación a recibir atención psicológica para afrontar el duelo y, tras superarlo, pensó en la posibilidad de seguir vinculada a Contra el Cáncer en Álava como voluntaria. “Se me ofreció mucho y no se me pidió nada. Fue una ayuda muy importante para mí y vi la posibilidad de aportar”, recuerda.

Ciencia y ADN

De esto hace un año y medio aproximadamente. Esta investigadora de la UPV/EHU no podía encontrar una actividad mejor donde poder trasladar su pasión por la ciencia y, además, realizar su labor de voluntaria: los talleres de ciencia. 

Dirigidos a menores, tratan de despertar interés en los peques por la investigación  y  trasladar  conceptos muy básicos de ciencia.  "Ver la reacción de las niñas y niños cuando les enseñas qué es el ADN y su emoción cuando se llevan el tubito a casa es maravilloso", explica. El mayor premio, que le digan lo muchísimo que les ha gustado. Eva también colabora en campañas y se va a formar para participar en las Rutas Saludables.

Eva, Ana y Adolfo son tres ejemplos  solidarios de las muchas personas que dedican su tiempo y sus ganas de ayudar a la Asociación Contra el Cáncer .  Su experiencia es tan satisfactoria que no dudan en  animar a hacer voluntariado. “Es una Asociación que aporta muchísimo a la sociedad tanto en el acompañamiento y apoyo a pacientes y familiares, como a nivel de investigación”, señalan. Y añaden que “siempre se puede sacar tiempo para ayudar y siempre hay personas que te van a necesitar".