ADENOCARCINOMA DE COLON ESTADIO IV
Todo empezó en octubre de 2020 cuando mi padre, de 74 años, empezó a tener problemas digestivos: se sentía muy hinchado tras las comidas y a duras penas lograba evacuar por completo. A pesar de insistirle en hacer una visita al médico, se negaba. La última semana de noviembre de ese año, el malestar empezó a ser mayor, tanto que ya ni siquiera lograba soltar flatulencias. El día 28, sábado, lo tuve que llevar a Urgencias donde fue intervenido por una obstrucción intestinal. El diagnóstico: adenocarcinoma de colon. Para mí fue un mazazo, pues hacía apenas cuatro meses que me había casado y recién empezaba a disfrutar de mi vida de casada. He de decir que mi padre siempre fue una persona de carácter complicado, viudo desde hace más de 25 años (mi madre falleció de cáncer de útero siendo yo muy pequeña). El caso es que empezó rápido con la quimioterapia, en enero de 2021 empezó a tomar capecitabina. Dos meses después, nos dijo su oncólogo que tenía metástasis en el hígado (su cáncer había pasado a ser un ESTADIO 4) por lo que a finales de marzo de ese mismo año le sometieron a una hepatectomía parcial. Todo parecía ir sobre ruedas, él seguía con su capecitabina y genial hasta mediados de julio, justo cuando nos comunicaron que había surgido una lesión pulmonar y las lesiones hepáticas habían vuelto. El mundo se me vino abajo. Pero todavía no había llegado la hora. Durante el segundo semestre de 2021; y los años 2022 y 2023, se sometió a diferentes pautas de tratamiento (Panitutumab,Folfox, Londsurf....). La enfermedad seguía ahí, avanzaba lentamente, pero él jamás llegó a venirse abajo. Hacía vida prácticamente normal (a pesar de ser cojo y sordo), salía a pasear con los perros e iba a la compra, sin síntomas ni efectos secundarios graves o no tolerables. Sin embargo, en abril de este mismo año 2024, tres años y medio después de aquel maldito 28 de noviembre, el oncólogo nos comunicó que la enfermedad seguía su curso, que ya no tenía sentido continuar con la quimioterapia por lo que lo derivó a Cuidados Paliativos. En un mes, el bajón que ha pegado es tremendo. De pronto, le ha dado la cara una espondiloartrosis a media espalda y actualmente está medicado con parches de fentanilo y morfina de 10 mg de rescate. Lo que no ha necesitado en tres años y medio, lo necesita ahora.
Es cierto que sus comorbilidades son importantes (restos de polio) pero estar en cuidados paliativos (UCA) le está ayudando a tener una cierta calidad de vida, sin dolor o con el mínimo dolor posible. El problema, y lo que me tiene más preocupada es que, a pesar de todo lo que ha luchado, él ha decidido tener una vida absolutamente sedentaria pasándose el día del sofá a la cama y viceversa. Sus piernas están cada vez más débiles y por mucho que en casa mi marido y yo le insistamos en que ande un poquito (que puede hacerlo) se niega en rotundo, alegando que ya lo que le queda es esperar "el momento". A mí todo esto me está pasando factura y desde hace unos días no paro de llorar porque no entiendo que haya tomado esa actitud. Cuando le pregunto cómo se encuentra me contesta "que bien, pero que del sofá no se va a mover". Durante tres años y medio, he estado con él en cada sesión de quimioterapia, en cada análisis y en cada visita médica. Tuve que dejar mi trabajo para cuidarlo y acompañarlo en cada momento (porque su sordera lo hacía todo más complicado) y no me arrepiento. Ahora no sé cómo seguir ayudándolo..
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Hace 6 meses