La historia de Sungjewoo
“Nuestra vida transcurría felizmente y solo deseábamos que fuera así por siempre. Pero resulta que no siempre lo que pides se te es concedido, al menos en esta ocasión. El primer golpe nos vino cuando un ser muy querido para mí nos dejó tras varios años de lucha contra el cáncer. Durante toda la enfermedad nunca perdimos la esperanza o ilusión de que conseguiría ganarle la batalla a tan terrible enfermedad. Día tras día le pedíamos que luchara, que no se rindiera, probablemente nunca nos paramos a pensar en lo duro que tuvo que resultarle ver cómo iba apagándose y no poder hacer nada para evitarlo. Luego, cuando lo piensas, suena espantoso, la piel se me eriza, pero me dio una gran lección de valentía, a la cual recurrí tiempo después.
Los meses pasaron y el dolor por la pérdida aun seguía fresco, pero como nos decían todos, la vida sigue. Y siguió, pero dando sorpresas. De nuevo se repetía la historia, pero esta vez la protagonista era yo. Fueron días de mucho miedo e incertidumbre, los nervios dominaron mi cuerpo y mente. Si ahora me preguntas sobre que recuerdo de aquel instante, podría contestar que en el momento en que me dieron la noticia no derramé una sola lágrima, estaba pendiente de esas dos “vidas” que me acompañaban ese día y que se encontraban devastadas por la noticia. Intentaba consolarlos a ellos, que tenían los ojos rasados en lágrimas pero querían retenerlas para parecer fuertes ante mí y así poder brindarme todo su apoyo. En ese momento, realmente, no sé quien consolaba a quien.
Gracias a Dios la intervención fue todo un triunfo y, como podrán imaginar, despertar y descubrir que todo había salido bien me hizo la persona más feliz del mundo, ¿y quién no?
Ciertamente, horas antes, mis sentimientos eran totalmente distintos, mis piernas temblaban, el miedo invadía mi mente y no me permitían pensar en nada más. De ese día tengo varias imágenes en mi memoria, la primera es del momento de mi ingreso, cuando nada más llegar vi las caras entristecidas de mis padres. Me dio mucha pena por ellos, pensaba que no merecían pasar por eso, y si hubiese estado en mis manos se lo habría evitado, pero como buena mortal no pude. La otra imagen, todavía fresca en mi cabeza y que aun duele, es cuando en el momento de entrar a quirófano tuve que despedirme de toda mi familia, tener que soltar sus manos, que en ese instante eran mi lazo de unión con la vida, y ver cómo tras de mí se cerraban las puertas y me quedaba sola con mi miedo. Ufff …
En fin, todo fue bastante bien y pocos días después pude decir adiós a aquel lugar y por fin llegar a casa, tal y como deseaba, solo para descubrir que podía caminar, no sin cierta dificultad y el cambio de mi anatomía. Descubrí, con bastante pesar y aflicción, lo que mi enfermedad se había llevado. Intentaba verle el lado positivo, como me decían todos, pero me costaba.
Hubo días de mucho dolor producido por los tratamientos complementarios a la intervención y más cambios físicos que a veces costaba llevar adelante, como la pérdida del cabello, pero gracias a Dios, también de eso aprendimos a reírnos. Aunque es bien cierto que había días que al mirarme al espejo afloraba la pena y sin poder remediarlo las lágrimas me nublaba los ojos y rodaban mejillas abajo. En ese momento lloraba y lloraba, por mí y por todos los que no estaban conmigo, hasta que mi corazón, alma y espíritu quedaban tranquilos y serenos.
Pasé muchos días encerrada y pérdida. Tuve que dejar el trabajo y me costó mucho aceptar esa nueva etapa en mi vida, y aunque pude elegir vivir la vida más intensamente, disfrutar de todo lo que estaba ante mí de nuevo, elegí el camino fácil, quedarme en casa y esconderme. Me sentía más cómoda, no tenía que sentir vergüenza, pues entre intervención y tratamientos complementarios, quedaron secuelas que aun hoy sigo sin superar del todo. Pero esa decisión hizo que me perdiera otras cosas muy importantes para mí, como ver crecer a “mis dos regalos del cielo”, salir con esas personas que me importaban y quería, disfrutar de las cosas más simples como un paseo tranquilo cogidos de las manos, charlando.
Durante ese periodo me dediqué a averiguar y saber un poco más sobre un tema que siempre me había atraído, Asia y su cultura. De pura casualidad encontré películas y series que me ayudaron a conocer un poco más sobre ellos y su filosofía, su cultura de respeto y espíritu luchador, sus creencias e historia, además de un idioma fascinante, tanto que decidí ocupar mi tiempo libre estudiándolo. Hasta su música ha llegado a cautivarme, relajante, suave, melódica.
En fin, todo eso estaba muy bien, pues había encontrado algo que me gustaba, me distraía y ocupaba mis horas de ocio además de mantener mi mente activa. Pero dentro de mí sentía que eso no era todo, anhelaba algo más, deseaba volver a ser la persona que era antes, alegre, vivaz, ilusionada, charlatana, risueña…., pero no sabía cómo. Realmente nunca se está preparado mentalmente para soportar una dolencia continua, y menos aun si, como en mi caso, y con más frecuencia de la que yo desearía, el dolor aumenta bastante. Quizá por todo esto, en algún momento, durante todo lo ocurrido, perdí el rumbo, algo dentro de mí se rompió y me descolocó. Decidí pedir ayuda, por mí y por los que estaban conmigo, y he de decir que ha sido la mejor decisión que he podido tomar. A pesar de llevar poco tiempo me siento mejor, he vuelto a tener ganas de salir con los amigos, disfrutar más de la gente que quiero y la verdad es que la recompensa, frente al esfuerzo que me pueda suponer hacerlo, es alta, merece la pena. Aun así, hay días que la tristeza se abre hueco a empujones y aunque te niegues a dejarla salir hace acto de presencia y te recuerda muchas cosas, pero la diferencia es que ahora sé que tengo que plantarle cara y hacerle saber que no va a ser impedimento para que siga adelante en mi laboriosa misión de encontrarme.
Puedo decir que a lo largo de este camino he aprendido a disfrutar de las cosas simples y buenas de la vida: conocer gente fantástica dispuesta a ayudarte, un rayo de sol después de varios días de lluvia, saborear las palabras “te quiero” y “felicidad”, algo tan ansiado por todos y tan difícil a veces de alcanzar. Es por esta última que me decanté a la hora de ponerle un nombre a mi blog, a esta habitación con vistas al corazón, y es que resulta que en coreano (el idioma que estoy aprendiendo), felicidad suena tan dulce que no lo dudé, haengboge.com, ¡Me gusta!
Me encantaría que algo de esto pudiera serle de utilidad a cualquier persona que lo necesite y si, aunque solo sea por un instante, he conseguido que esa persona se sienta mejor, me sentiré muy feliz”.
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Hola Sungjewoo, muchas gracias por compartir tu historia con nosotros, una historia de lucha y superación que va a servir de ayuda a mucha gente. Te damos la bienvenida a esta comunidad y esperamos verte por aquí con frecuencia. Un saludo.
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Muy bonita tu historia, y muy comprendida por tod@s los que andamos por aquí, pues a nuestros miedos y a nuestra enfermedad, se nos une el sentimiento de no hacer padecer a los demas por vernos mal, y por eso sacamos fuerzas de donde no las tenemos para evitar unas lagrimas,( que muchas veces son necesarias, o un grito de impotencia), yo me iba a la playa a chillar para que los míos no se dieran cuenta de mi estado, y como nosotras aquí hay historias de gente como tu con una superacion envidiable, unos los pueden contar, como es nuestro caso, pero otros no estan aquí para que se les escuche, pero estan sus familiares, madres, hermanos, hijos, para apoyar a los que ahora lo estan pasando mal y que necesitan una ayuda , como tu misma dices has necesitado. Hay una cosa muy linda, y es que cuando se sale de esto, ( yo llevo 8 años y medio fuera de ello), lo menos que se puede hacer y que ademas creo que te ayuda a continuar es contar las vivencias de cada uno y dar animos a los que en ese momento se encuentran en la tan temida fase de los tratamientos. Bienvenida a este foro y muchas gracias por entrar, ¡¡¡¡Ah!!!!, y a partir de ahora aparca el miedo y dedicate a disfrutar del día a día. ABRAZOS
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Muchas gracias. Espero que puedas encontrarte, has luchado, te mereces disfrutar ahora de todo... un abrazo.
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Hola Sungjewoo tu historia es preciosa y llena de superación. Claro que es muy útil para todos los demás, te expresas muy bien y reflejas un pedacito de cada historia que vivimos por aquí. Me alegra que te hayas animado a disfrutar del día a día creo que es la decisión más acertada para tí y para los que te rodean. Un beso muy fuerte.
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Muchísimas gracias a tod@s por vuestras palabras de apoyo y agradecimiento. Es una gran satisfacción la que siento al ver vuestros mensajes y saber que mi historia os ha podido servir de alguna ayuda, siempre quise hacerlo y es ahora, cuando estoy siguiendo terapia con mi psicóloga, que me he decidido a hacerlo. Lo cierto es que cada vez que voy al hospital a una revisión y veo, por desgracia, a tantísima gente pasándolo mal que me gustaría acercarme y consolarlos, decirle que yo también pasé por algo parecido y que aquí estoy, pero después no me atrevo, quizás me da miedo el rechazo de la gente y eso me corta bastante.
En fin, desde aquí y desde www.haengboge.com cuento por primera vez todo lo que llevo en mi interior y que quería compartirlo con todo aquel que quiera leerlo.
De nuevo muchas gracias y para lo que necesitéis aquí estoy.
Un saludo y un consejo: reír mucho, mucho es la mejor terapia que hay, dicho por mi doctora de radioterapia, aprender a reírse de todo, hasta de uno mismo (tal y como cuento en mi historia) y puedo atestiguar que funciona, ¡¡Probadlo!! Un abrazo para tod@s.
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Muy bonito tu testimonio,me ha encantado...
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Bienvenida a la comunidad....no pongo tu nombre porque no sabría escribirlo, ja ja ja. De verdad que historia tan dura y bonita a la vez, me has emocionado...espero que poco a poco todo vaya yendo mejor y puedas disfrutar, aunque tengas momentos malos, eso es inevitable....un beso enorme
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Hace 12 años