Los efectos del sol en la piel

El sol tiene una gran importancia para nuestra salud. Dependiendo de las características de la persona y del tiempo de exposición a sus radiaciones, produce sobre el organismo una serie de repercusiones que pueden ser positivas o negativas. Como aspecto positivo destaca el papel que desempeña el sol en la prevención de ciertas avitaminosis (falta o disminución de vitaminas). Concretamente, las radiaciones solares favorecen la producción de vitamina D, necesaria para metabolizar el calcio y evitar el raquitismo (enfermedad caracterizada por la deformación de los huesos que afecta fundamentalmente a los niños). El sol también tiene un efecto positivo en la mejora de la calidad del sueño y la mejora del estado de ánimo.

¿Cómo actúan las radiaciones solares?

Sin embargo, los efectos del sol en la piel pueden ser peligrosos. Las quemaduras provocadas por el sol son lesiones agresivas que, de manera reiterada y a largo plazo (20-30 años), pueden derivar en un cáncer. El cáncer de piel es el tipo de tumor más frecuente. Se produce por el crecimiento anormal y descontrolado de células cutáneas que se han alterado por la radiación ultravioleta (UV) procedente de la luz solar o de las camas de bronceado; por eso se suele manifestar con mayor frecuencia en la piel expuesta al sol.

Los casos de cáncer de piel están creciendo más rápido que de cualquier otro tipo. En España, crecen a una ratio de 10% anual, llegando a más de 20.000 nuevos casos de cáncer no melanoma anuales. En todo el mundo, cada año se diagnostican 132.000 melanomas y 3 millones de casos de cáncer de piel no melanoma. Sin embargo, también es el tumor más prevenible y, cuando se detecta y trata a tiempo, tiene buen pronóstico.

Por ello, se insiste en la importancia de aplicar medidas de prevención, como una adecuada protección solar y una buena vigilancia de la piel para detectar a tiempo aquellos lunares o manchas que puedan resultar sospechosos. Es importante tener en cuenta que la piel tiene memoria.

Los efectos del sol en la piel

¿Qué relación tiene el sol con la vitamina D?

La vitamina D, conocida como la vitamina del sol, puede ser considerada como una auténtica hormona que el cuerpo es capaz de sintetizar por sí solo al tomar el sol. Se la conoce como vitamina del sol porque el 80-90% la generamos las personas por medio de un proceso tan simple como es tomar el sol, a través de la piel. El otro 10-20% procede de la alimentación, especialmente de los productos de origen animal y graso. 

La vitamina D tiene una gran importancia, ya que es necesaria para absorber el calcio y fósforo, que son esenciales para la salud de los huesos. En concreto, gracias a ella la eficiencia del cuerpo en la absorción del calcio incrementa un 30-40% y en la del fósforo un 80%

En las últimas décadas se han hecho muchas campañas para educar a la población en una exposición solar saludable poniendo el foco en evitar las quemaduras solares. La radiación ultravioleta es un carcinógeno reconocido y el principal riesgo para desarrollar cáncer de piel.

En muchas personas puede surgir la siguiente duda: ¿puede afectar negativamente el uso de fotoprotectores sobre los niveles de vitamina D necesaria para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo?

La evidencia científica  señala que el uso de protector solar en poblaciones sanas no compromete la síntesis de la vitamina D, incluso cuando se aplica en condiciones óptimas. Es decir, es importante utilizar fotoprotectores y no influyen en la vitamina D. Es clave usarlos incluso en días nublados o en invierno, ya que las nubes dejan pasar parte de la radiación ultravioleta.

Los efectos del sol en la piel

¿Cuánta vitamina D necesito?

Según la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV), la cantidad mínima recomendada de vitamina D debe ser:

  • Una vez cumplido el primer año de vida y hasta los 70 años: 600 unidades internacionales (UI) cada día.
  • Personas mayores de 70 años: la cantidad aconsejable es de 800 UI al día.
  • Bebés: deben recibir un suplemento de 400 UI diarias.   

Con estas cantidades, los expertos señalan que las personas deben alcanzar el nivel óptimo de vitamina D por encima de los 20 nanogramos por mililitro (ng/ml), que son los que garantizan una buena salud ósea. Aunque matizan que como depende de la radiación UVB, varía entre las estaciones del año, ya que es muy alta en primavera y verano, pero muy baja en otoño e invierno. En verano y primavera es suficiente si te da el sol en piernas, brazos y cara 15 minutos al menos 3 veces a la semana, teniendo en cuenta que con la edad también la piel disminuye su capacidad de sintetizar esta vitamina.

Esto puede lograrse haciendo tareas del día a día o caminando al aire libre, sin necesidad de tomar directamente el sol. Pero no hay que olvidar que la exposición al sol no garantiza el aumento de la vitamina D, ya que influyen factores como el color de piel, la edad, sobrepeso y algunas enfermedades en la capacidad del organismo de sintetizarla.

No obstante, no hay un consenso internacional sobre el asunto. La Academia Americana de Dermatología recomienda no obtener la vitamina D de la exposición al sol (natural) o en las cabinas de bronceado (artificial) porque la radiación ultravioleta puede derivar en cáncer de piel. Recomiendan “tomar vitamina D a partir de una dieta sana, que incluya alimentos naturalmente enriquecidos de vitamina D, otros fortificados y/o suplementos vitamínicos ofrece una alternativa sana y segura”.

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