Cuidarse para cuidar

Para ofrecer cuidados de calidad al enfermo, es necesario que el cuidador se sienta bien, física y emocionalmente.

 

Cuidar no es una tarea fácil y, a veces, los familiares encargados del cuidado pueden experimentar cansancio, estrés o agotamiento.

Mantener unos hábitos de vida saludables ayuda a mantener una condición física y emocional adecuada, lo que facilitará poder atender mejor a la persona enferma.

Si lo deseas puedes descargarte nuestra guía Cuidarte para cuidar.

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Cuida tu salud 

 

Es fundamental que dediques un tiempo a buscar momentos de descanso y a realizar actividades que permitan centrar la atención en algo diferente a la enfermedad.

 

Descansa


Normalmente los cuidadores descuidan aquellas actividades que permiten a uno mismo recuperarse del cansancio y las tensiones del día. 

  • Organiza tu tiempo. Decide qué actividades son importantes y a cuáles puedes decir no. 
  • Duerme lo suficiente: la falta de sueño produce falta de atención, propensión a accidentes, irritabilidad, cansancio, tensión emocional, estrés, culpa.., y el bienestar físico y psicológico se ve alterado. 
  • Si el enfermo necesita atención por la noche: realizar turnos, contrata o solicita un profesional algunos días a la semana. 
  • Si hay un exceso de tareas: prioriza y dedica algunos momentos del día a descansar. 
  • Busca tiempo para relacionarte con otras personas. Evita el aislamiento.  
  • Realiza actividades fuera de casa. 
  • Busca momentos para descansar a lo largo del día.
     

Aprende a sentirte bien.

Los sentimientos negativos, son totalmente normales y legítimos, pero es importante ser consciente de ellos, reconocerlos, manejarlos y compartirlos con otras personas. 

  • Comenta tus experiencias con otras personas que tienen problemas semejantes; probablemente te ayudará. 
  • Expresa tus sentimientos al enfermo e intentad buscar entre ambos soluciones alternativas. 
  • Comparte con otros familiares y amigos los sentimientos tanto de alegría, esperanza…, como de tristeza, impotencia, temor. 
  • Dedica unos minutos al día a relajarse. Haz clic aquí para escuchar ejercicios con instrucciones para aprender a relajarse. 

 

 

Resolución de conflictos y situaciones difíciles 

 

A veces parece más complicado resolver un problema que dejar que continúe. Sin embargo, por difícil que resulte, es necesario hacer frente a esas situaciones que generan conflicto y malestar.

 

Anticipa problemas para prever las soluciones

Para evitar tomar decisiones precipitadas es fundamental anticipar los problemas que puedan ir surgiendo. Es conveniente implicar al enfermo en las decisiones que sea posible (económicas, legales o de otro tipo), principalmente si la situación empeora. Ello permitirá tener preparadas estrategias antes de que la situación sea crítica (agravamiento, traslado, otros problemas que impidan al cuidador continuar con su tarea, etc.)

Para ello, además de mantener reuniones familiares, puede ser útil consultar a otras personas o incluso utilizar un mediador ajeno a la unidad familiar, para buscar soluciones. 
 

Establece límites

A veces, los enfermos tiranizan a quienes les cuidan. Es conveniente poner límites cuando las personas a quienes se cuidan se comportan de alguna de las siguientes formas:

  • Culpan al cuidador por errores que éste comete de forma involuntaria. 
  • Fingen síntomas para captar más atención. 
  • Hacen reproches a los cuidadores cuando éstos ponen límites razonables a sus peticiones. 
  • Rechazan ayudas que facilitarían las tareas del cuidado (sillas de ruedas o muletas). 
  • Empujan o golpean a los cuidadores. 
  • Piden ayudas continuas para cubrir exigencias que podrían resolver ellos. 

Cuando de forma gradual se producen cada vez más demandas, podemos llegar a sentirnos enfadados y frustrados sin saber exactamente el motivo. Una forma de poner límites es decir no. Pero es necesario decirlo de la forma adecuada, de modo que no te sienta mal por ello ni ofendas a la otra persona.

 

 

Utiliza otras fuentes de ayuda 

 

Es necesario hacer compatibles la vida de todos los miembros de la familia y el cuidado de la enfermedad. Para ello hay que utilizar todas las fuentes de ayuda disponibles.

 

La mayoría de las veces, el cuidado del enfermo recae casi totalmente en una sola persona y tanto ella como el resto de la familia asumen que es su responsabilidad hacerlo. Es fundamental que se repartan tareas, hay que intentar evitar que todo sea asumido por una misma persona. Y es igualmente importante que el enfermo mantenga su autonomía en la medida que sea posible.  

Para ello te sugerimos alternativas que te pueden resultar de utilidad. 

Pide ayuda a otros familiares 

  • Habla abiertamente de las necesidades que se derivan del cuidado y negocia con cada uno de los miembros de la familia qué puede hacer para contribuir a la tarea. 

  • Expresa claramente la clase de ayuda que necesitas y no esperes que los otros lo adivinen, di de forma concreta qué necesitas de los demás.

  • Acepta que algunas personas están más dispuestas a ayudar que otras. Ten en cuenta y recibe lo que cada uno puede ofrecer.

  • Expresa tu satisfacción y agradecimiento por la ayuda recibida.

  • Recurre a servicios, instituciones y asociaciones de ayuda. 

Quizá nadie pueda cuidar mejor a nuestro familiar que nosotros mismos, pero un apoyo por parte de personas o instituciones específicamente formadas puede complementar la ayuda que nosotros le ofrecemos.

De esta forma contarás con momentos para tu propio descanso. 

Busca información y consulta con profesionales especializados

Durante el proceso de enfermedad pueden surgir problemas de muy diversa índole, dificultades económicas, necesidad de ayuda a domicilio, necesidad de información sobre productos especiales que necesite el enfermo, etc. Muchos de ellos tienen una fácil solución, únicamente debemos saber dónde solicitar la ayuda que necesitamos. 

Cuando acudas a solicitar información, es importante trasmitir claramente cuál es el problema, intentando ser lo más preciso posible.

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