Sentimientos en el paciente

Has luchado junto a tu familia y a tu equipo médico por tu salud y por tu vida.

 

Poco a poco has sido consciente de que los tratamientos no han sido eficaces, has visto la expresión en el rostro de tu médico, has podido reflexionar sobre ello, te ha costado mucho, y te sigue costando, pero finalmente sabes que el final de tu vida está cerca.

Sigues oscilando entre la aceptación y la rebeldía, entre la serenidad y el miedo. Sin embargo, sabes que ahora mismo estás vivo, estás consciente, eres tú.

Tú con tu singularidad, con tu historia, con tu bagaje, con las relaciones que has ido tejiendo a lo largo de tu vida, con tus aprendizajes, con todo aquello que te define y diferencia. Y, por supuesto, con tus emociones.  

  • Miedo

Es normal que estés asustado, que te dé miedo pensar en tu propia muerte, tanto en el momento del fallecimiento (¿qué sentiré?, ¿dónde ocurrirá?, ¿quién estará conmigo?) como en lo que supondrá tu muerte para tus seres queridos (¿qué pasará cuando yo ya no esté?, ¿qué sentirán mis seres queridos?, ¿podrán sobreponerse al dolor?, ¿quién les ayudará?, ¿quién se ocupará de este o aquél asunto?). 

Tal vez tengas momentos en los que el miedo sea tan fuerte, tan intenso,  que sientas que no lo puedes controlar.

Es difícil hablar de esto, lo sabemos, pero intenta compartir tus miedos y preocupaciones con tus seres queridos y los profesionales que te atienden para que puedan acompañarte en estos momentos y te ayuden en todo aquello que necesites.

 

  • Ira

La ira es otra de las emociones que puedes sentir. Posiblemente te rebeles porque te parezca injusto tener que pasar por esto, por que tu vida vaya a finalizar. A veces descargarás este enfado contra las personas que más quieres, pero son ellas las que más te pueden ayudar porque probablemente sean las que mejor te entienden y las que comparten tu dolor. Si te ayuda, escribe sobre tu rabia, llora, desahógate.

 

  • Culpa

A lo largo de la enfermedad tal vez hayas realizado un ejercicio de reflexión y revisión de tu vida, de las cosas que has hecho, de las decisiones que has tomado y de las relaciones que has tenido y tienes. Sentir que no has hecho todo lo que te hubiera gustado, que puedes ser una carga para tu familia, que abandonas a tus seres queridos… puede hacer que sientas culpa.

La culpa suele ser una emoción estéril, que no lleva a nada, pero en esta ocasión puede ayudarte a tomar conciencia de ciertas cosas que deseas hacer, y darte la oportunidad de realizarlas: pedir perdón a alguien, decir “te quiero” o “gracias” a las personas que son importantes para ti, volver a ver a alguien que hace tiempo que no ves, transmitir algo con un abrazo, un beso o una caricia, organizar un evento para disfrutar con tus seres queridos (lo que tu estado de salud te permita), etc.

Toma conciencia de las cosas que sí puedes hacer y, si lo deseas, hazlas. El presente es la única certeza que tenemos todos.   

 

  • Desgana, apatía y depresión

En ocasiones podrás sentirte desbordado por la situación de enfermedad y experimentar sentimientos de desgana, apatía y depresión. Es normal que tengas momentos en los que te sientas cansado, sin interés por nada, sin ganas de ver a nadie. Cualquier pequeño esfuerzo puede suponer una gran dificultad, incluso levantarte de la cama. Tómate un tiempo y pide a tus seres queridos que te dejen descansar. Después, poquito a poco, intenta retomar actividades sencillas que te resulten agradables. Eso te hará sentir mejor.

 

  • Serenidad y aceptación

Conoces la situación. Es probable que los médicos hayan hablado contigo, o que tú mismo te hayas dado cuenta de que la intervención médica ha cambiado, y de que en estos momentos el objetivo de los tratamientos es mejorar tu calidad de vida y acompañarte en el final de tu vida.

Es normal tener momentos difíciles, de miedo, negación, rabia y tristeza, pero también hay muchas personas que llegan a la aceptación y a la serenidad. Es muy probable que a ti también te ocurra. Que aceptes que todas las personas vamos a morir, tú también, y que las emociones que sientas al pensarlo sean paz y serenidad. Comparte también estos momentos con tus seres queridos, para que puedan acompañarte en este proceso y les resulte reconfortante. Si lo deseas, puedes despedirte de ellos, decirles aquello que han significado para ti o dejarles un legado. También es el momento para abordar aspectos prácticos que inevitablemente van a aparecer (testamento, funeral, entierro, últimas voluntades, papeleos, trámites, asistencia religiosa…) y en los que quizá desees tomar alguna decisión.

 

Es normal que sientas todas estas emociones, pero si crees que un especialista puede hacer que pases este proceso con un menor sufrimiento, no lo dudes, busca ayuda. En la AECC ponemos a tu disposición un servicio de atención psicológica gratuito en el que psicólogos especialistas valorarán tu situación y plantearán la atención que mejor se ajuste a tu caso. Puedes contactar con nosotros solicitando cita en la sede de tu provincia , llamando a Infocáncer (900 100 036) o a través de nuestro consultorio online.

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